Los cuatro estilos de apego (descripción psicológica)

Categoría: Estilos de apego
Escrito por natalia gurdian

Los cuatro estilos de apego en psicología

Básicamente, existen cuatro estilos de apego o formas de amar, derivados de la forma cómo interactuamos con nuestros cuidadores en la niñez.

Sin embargo, a parte de los eventos en la infancia, también influyen otros factores como el temperamento y eventos traumáticos o pérdidas en cualquier momento de la vida.

Por supuesto, los estilos de apego pueden ser cambiados a lo largo de la vida pero suelen permanecer relativamente estables cuando no ha habido un cambio significativo.

A modo de introducción, estos son los cuatro estilos:

Apego seguro: personas que se sienten a gusto con la intimidad, tienen un buen equilibrio entre dependencia e independencia. Suelen expresar sus emociones y ser cálidas.

Apego ansioso: personas que anhelan la intimidad pero temen que su pareja no les corresponda o ser abandonadas. Suelen obsesionarse en sus relaciones.

Apego evasivo: personas que equiparan la intimidad con una pérdida de libertad, suelen mantener una distancia con sus relaciones. Evitan los conflictos.

Apego desorganizado: personas que les cuesta mucho regular sus emociones y confiar en los demás. Con mucho miedo a la soledad pero también miedo de ser heridas, actúan de manera impredecible.

Los cuatro estilos de apego, ilustración

Los pioneros de la teoría del apego son: John Bowlby, Mary Ainsworth  y Mary Main. 

Los cuatro estilos de apego: explicación detallada

El apego seguro: sé que vas a estar para mi

El apego seguro ocurre naturalmente cuando un niño tiene una relación consistente y recíproca con una persona preferida – típicamente su cuidador primario.

Cuando este cuidador es sensible a sus necesidades y responde de manera cálida y con cuidado, el niño se siente seguro y comienza a usar a esta persona como una base segura para explorar y, cuando es necesario, como un oasis de seguridad y confort (Waters & Cummings, 2000 citado en Benoit, 2004; Moulin et al, 2014)

Si el cuidador está consistentemente disponible, accesible y responde a las emociones del niño, al final de su primer año este niño probablemente tendrá un apego seguro, quiere decir que confía que su cuidador va a estar disponible para él/ella.

A las preguntas de ¿vas a estar ahí para mi? ¿voy a poder contar contigo? el niño responde internamente “si”, de una manera no verbal, casi biológica.

Las personas con apego seguro saben cómo pedir y ser vulnerables con sus seres queridos ya que confían que los demás van a estar ahí para comprenderles y cuidarles, al mismo tiempo pueden cuidar de otros sin sentirse sofocados.

Tienen una buena capacidad de regulación emocional.  Suelen ser empáticos y emocionalmente inteligentes. Tienen una visión positiva de sí mismos y de los demás.

También tienen un buen balance entre dependencia e independencia. La razón por la que pueden aventurarse y explorar el mundo, es porque saben que tienen un refugio seguro en los demás y dentro de sí mismos.

Apego inseguro

Cuando los cuidadores no están lo suficientemente disponibles, accesibles, involucrados o si no responden a las emociones de los niños, entonces se puede generar un apego inseguro.

El apego inseguro quiere decir que no existe la suficiente confianza que los cuidadores van a estar ahí cuando se les necesite.

A la pregunta de ¿vas a estar ahí para mi? ¿voy a poder contar contigo? el niño responde internamente “no sé” o “no” de una manera no verbal-lingüistica.

Existen dos maneras en las que un niño puede adaptarse si no tiene seguridad en el vínculo con sus cuidadores. Hiperactivando (apego ansioso) o desactivando (apego evasivo) su sistema de apego.

Apego ansioso: “no sé si vas a estar para mi”

Cuando un niño obtiene un cuidado, cariño o atención intermitente de parte de sus cuidadores, duda de si ellos van a estar consistentemente para él o ella.

Por ejemplo, puede ser que en un momento en el que llora y tiene miedo, su madre le escucha, le arrulla y le cuenta un cuento. Sin embargo puede ser que en otra ocasión se enfade o no le haga caso porque está preocupada por sus cosas. Por supuesto, la falta de atención puede suceder de vez en cuando, no se espera que los padres estén siempre disponibles y accesibles pero sí “lo suficiente”.

Cuando el niño percibe que sus cuidadores no están consistentemente ahí para él, su estrategia es hiper-activar su sistema de apego. Quiere decir, responder en forma de “pelea” o “protesta” para obtener las necesidades de apego (cariño, atención, escucha, cuidado).

Debido a que a veces sí logran obtener lo que necesitan por medio de su protesta, se “afianzan” en su estrategia. Este es un principio psicológico que lo podemos aplicar en todo, llamado refuerzo intermitente, como cuando seguimos probando en las máquinas tragamonedas del casino porque creemos que tal vez nos puede caer el premio gordo, si no sabemos en qué momento nos va a resultar exitoso nuestro esfuerzo, pero tenemos la experiencia que en el pasado sí nos ha funcionado, entonces seguimos probando.

Por supuesto, esto no se hace con ánimo de manipular o incluso conscientemente. La estrategia ansiosa surge espontáneamente como medida de supervivencia, porque no se pudo obtener la atención, cuidado y cariño de forma constante desde un principio.

De adultos, las personas con apego ansioso suelen ser críticas consigo mismas e inseguras. Buscan aprobación y reafirmación de otros pero no encuentran alivio permanente.

Tienen mucha preocupación de ser rechazados o abandonados. Este miedo les hace actuar de diferentes maneras: aferrándose a su pareja y dejando de lado actividades y tiempo personal,  también insistiendo, protestando, interrogando, demandando, celando cuando perciben un poco de desconexión.

El problema es que su forma de actuar, excesivamente dependientes o demandantes a veces termina por alejar a sus parejas, que es lo que más tratan de evitar.

En este caso se cumple la “analogía del puerco-espín“, por dentro se mueren por ser abrazados, queridos, reconfortados pero por fuera se muestran a veces agresivos, demandantes, enfadados.

¿Te sientes identificado con el apego ansioso? baja la guía gratitua “Seguro en el Amor” en mis recursos.

Apego evasivo: “no vas a estar para mi”

Este tipo de apego suele formarse cuando los padres son distantes, ausentes y cuando dejan de lado o minimizan las necesidades emocionales de sus hijos. A veces rechazan a las emociones de sus hijos en momentos de dolor o enfermedad.

Por ejemplo, una madre que considere el llorar como una debilidad y que cada vez que el niño llora, ella se desespera y lo evade. El niño aprende que para tener aprobación de su madre ha de ser siempre fuerte y no mostrar su dolor.

El no llorar o expresar sus emociones hace que satisfagan parcialmente sus necesidades de apego, al mantener a su cuidador cerca, ya que al menos no se va en rechazo a sus emociones, por lo tanto, el niño decide inconscientemente desenfocar la atención de amenazas e inhibir o suprimir cualquier pensamiento amenazante que active el sistema de apego y que le lleve a buscar confort o apoyo (Mikulincer and Shaver 2016).

En otras palabras, no deja que entre a su mente cualquier necesidad de confort o protección para evitar el sufrimiento, recordemos que en el pasado el buscar confort era una experiencia negativa, ya que obtenía rechazo.

En cuanto al estado mental, estas personas suelen excluir información con respecto al apego o a excluir de su consciencia el significado emocional de estas experiencias, esto significa que minimizan sus sufrimientos de pequeño e incluso se les olvida gran parte de su niñez.

Entre sus creencias más fuertes están percibir la dependencia en otros como una debilidad, para ellos: ¡la dependencia ha de ser evitada! No consideran la expresión de vulnerabilidad como un acto valiente si no peligroso (lo van a usar en mi contra) o inútil (¿para qué ahogarse en las penas?).

Suelen evitar convivir con sus emociones negativas para no salirse de control o para preservar su paz.   Tienden a verse a sí mismos como autónomos, independientes, fuertes (Bartholomew & Horowitz, 1991; Eagle 1996).

También suelen dedicar gran parte de su energía a actividades externas: el deporte, su trabajo, sus pasatiempos. Suelen estar más interesados en actividades que en personas, en datos que en anécdotas. Por supuesto, esto no siempre se cumple al pie de la letra.

En el área sexual, las personas con apego evasivo pueden ser muy apasionadas y tener un buen nivel de libido, sin embargo es común que el libido baje rápidamente si se encuentran en una relación que juzgan como muy comprometida o íntima, aunque esto sea inconsciente, como forma de distanciarse de la relación.

Se puede dar dos fenómenos, ya sea suelen tener relaciones sexuales bastante desprendidas de romanticismo o al contrario, las relaciones sexuales pueden ser el único momento en el que experimentan intimidad física y por lo tanto las necesitan para suplir indirectamente sus necesidades de cariño de una forma menos amenazante.

Existen diferentes “niveles” de intensidad en la evasión, en forma leve se puede observar a personas que insisten en ser independientes, autónomos y reservados pero aún así pueden tener una relación lo suficientemente estable, siempre y cuando su pareja pueda darle espacio y no asfixiarle con demandas ni controlarle.

Por otro lado, este tipo de apego puede llegar a ser tan fuerte que no permite a las personas establecer relaciones significativas ya que cada vez que están por llegar a un momento muy íntimo: casamiento, compromiso, parternidad, se asustan y se alejan, a veces engañándose a sí mismos sobre las razones de la ruptura.

El apego evasivo puede permanecer a un nivel bastante inconsciente. De fondo existe un miedo al rechazo o al ser asfixiado pero en la superficie está un deseo de permanecer independiente y libre de “dramas” que amenacen su simplicidad y paz.

Apego desorganizado: quiero y no quiero cercanía

Cuando los padres son abusivos de cualquier forma, tienen alguna adicción o ellos mismos están aterrorizados, el niño siente que su sobrevivencia está en peligro.

El pequeño desea acercase a sus papas para recibir confort (lo que nos pide el apego) pero como los mismos padres son la fuente del miedo, el niño se enfrenta a un terrible dilema.

Quiere acercarse pero al mismo tiempo le da miedo y eso lo paraliza. Esta contradicción tan fuerte puede hacer que el niño se disocie de sí mismo, es decir que bloquee las memorias y suprima las emociones.

El apego desorganizado es el resultado de no encontrar una estrategia organizada para lidiar con el miedo que le provoca la relación con los padres.

Los padres pueden provocar miedo a los niños de diferentes maneras: siendo abusivos de cualquier manera: física, emocional, sexual, o siendo negligentes. Otra forma en la que los niños se sienten atemorizados es cuando los padres mismos están asustados o que ellos mismos tengan un apego desorganizado. Imagina buscar confort en alguien que está igual de asustado que tú.

Algunos papas que han vivido trauma o pérdidas no resueltas pueden entrar como en un estado alterado de consciencia que asusta al niño. Cuando los padres manifiestan miedo en estos estados alterados, a los niños les da terror porque saben que su mama (o cuidador) no esta disponible y ademas que esta actuando de forma extraña, aunque no estén haciendo algo malo al niño.

El niño no puede formar una estrategia organizada sobre cómo reaccionar ante estas situaciones porque son caóticas, impredecibles y dan mucho miedo.

Este tipo de apego tambien se puede dar en niños que han sido criados en hogares adoptivos donde el cuidado ha sido dado por diferentes figuras que aparecen y desaparecen en la vida del niño.

Los niños temen lo que más aman y aman lo que más temen. Entonces el amor y el miedo se funden en el cableado del cerebro. Perciben el amor como algo peligroso.

Los adultos con apego desorganizado desean tener una pareja, buscan la conexión con los demás, anhelan intimidad emocional (a diferencia del apego evasivo que puede desactivar esa búsqueda de intimida emocional) sin embargo al mismo tiempo y en momentos impredecibles, sienten una gran cantidad de estrés, ansiedad, confusión e incluso auto crítica u odio hacia sí mismos.

Eso les hace alejarse de forma precipitada, a veces sin ninguna señal de rechazo, lo cual puede crear un patrón también de auto-profecía cumplida de rechazo.

A diferencia del apego ansioso, una persona con apego desorganizado puede seguir sintiendo miedo o casi pánico aunque su pareja esté presente y amorosa. Esto es porque en su cerebro, el amor y el miedo están ligados.

Todo esto hace que se acerquen y se alejen de sus parejas en de forma impredecible, que de repente sientan miedo o vergüenza después de experimentar intimidad con su pareja. Que no sepan lo que realmente necesitan y les cueste expresarse.

Si tienes más dudas sobre tu estilo de apego puedes ver este post: “Estoy confuso, no sé cuál es mi estilo de apego”