¿Una persona infiel puede cambiar?

Categoría: Infidelidad
Escrito por natalia gurdian
¿Una persona infiel puede cambiar?

La respuesta corta es: ¡Si!  Una persona infiel puede cambiar.

La idea que “si te lo hace una vez, lo hará siempre” o “una vez infiel, siempre te será infiel” es falsa.

Yo entiendo la necesidad de verlo así. Por supuesto, hay una parte protectora en nosotros que busca generalizar los comportamientos de los demás para evitar un futuro daño, pero este tipo de pensamiento nos puede limitar en ver todas las posibilidades que tenemos.

Sin embargo, hay ciertas pautas que nos pueden ayudar a determinar qué tan probable es que nuestra pareja vuelva a ser infiel o no.

Requisitos para que una persona realmente cambie, después de haber sido infiel:

1 La persona que ha traicionado ha de reconocer el 100% de responsabilidad de la infidelidad. Si después de una infidelidad, culpa a su pareja del error con frases como por ejemplo: “tú no me ponías atención” o “tú estabas alejado de mí” o “tuve que buscar en alguien lo que tú no me dabas” tiene menos probabilidad de hacer un cambio real. Recuerda que sólo podemos cambiar las cosas de las cuales nos hacemos responsables.

2 La persona que ha cometido el error, debe sentirse y mostrarse arrepentido/a: es un requisito que la persona entienda el sufrimiento que ha causado y se permita sentir el dolor de su pareja, sin tratar de minimizarlo o actuar a la defensiva. No basta un “lo siento de verdad, pero ya cambiemos de tema”. La persona que ha sido infiel ha de tener paciencia y entender que su pareja necesita un tiempo indefinido para sanar. No quiere decir que siempre estará condenado, de hecho, para que puedan regresar sanamente se necesita el perdón, pero el que ha traicionado ha de entender que se necesita un tiempo para recuperarse y que ese tiempo es diferente en cada persona.

3 La persona que ha sido infiel debe estar abierta a responder las preguntas necesarias y a no ocultar los detalles: se necesita poder hablar abiertamente sobre lo que pasó y responder a todas las preguntas (dejando de fuera los detalles sexuales, debido a que esos sí pueden re-traumatizar). Si la persona que ha engañado se rehusa a dar explicaciones o a actúa defensivamente ante las dudas, quiere decir que aún no ha comprendido el dolor que ha causado en su pareja y que ésta tiene derecho a entender y hacer sentido de lo ocurrido.

A veces pasa que la persona que traicionó no quiere hacer más daño hablando de detalles que pueden ser dolorosos, pero ha de entender que la persona traicionada probablemente ya se ha preparado para lo peor y lo que necesita es honestidad, por encima de todo. Más mentiras u omisiones en esta etapa pueden ser fatales para la recuperación.

4 La persona que ha traicionado, junto con su pareja ha de reflexionar sobre el estado de su relación antes de infidelidad y cambiar aquellos aspectos que los llevaron a alejarse (si los hay). Esto no quiere decir que ambos sean responsables de la infidelidad, pero ambos contribuyen y son responsables de la relación como tal,  por lo que han de trabajar juntos en mejorar la conexión emocional, respeto, confianza, comunicación, empatía, etc. Es pocas palabras, es crucial comprender la causa de la infidelidad. 

Entender qué es lo que necesita cada uno de la relación y trabajar para que ésta sea sana y satisfactoria es crucial. Además, sólo así se recuperará la confianza total, ya que podrán asegurar que ha habido un “antes y un después” en su relación.

Cuando los requisitos no se dan 

Si la pareja que ha traicionado no admite lo ocurrido, evita hablar sobre lo que pasó, minimiza el suceso, no admite responsabilidad total, te culpa o se pone a la defensiva cada vez que se toca el tema, ten cuidado.  Es probable que no esté listo para cambiar.

Un cambio real

Según como yo lo veo, pasar de ser infiel a fiel se parece al cambio de ser omnívoro a vegetariano.

Yo conozco una gran cantidad de personas que han decido ser vegetarianos por convicción y que nunca en su vida volverían a probar carne. Es más, el olor de un bistec cocinándose les produce desagrado.

También conozco otras personas que han probado ser vegetarianos por curiosidad o como parte de una dieta para bajar de peso y que al poco tiempo consumen carne de nuevo.

Cuando una persona decide por convicción ser fiel (después de haber sufrido en carne propia las consecuencias de la infidelidad) se parece a aquel vegetariano que ni por chiste probaría un pedazo de carne. No porque esté a dieta, ni porque tenga curiosidad, sino porque su cuerpo ya no lo admite. Ya no le cabe en la cabeza.

Yo he visto ese tipo de cambios en mis sesiones con parejas. Aquellos procesos exitosos los conforman las personas que asumen responsabilidad, sienten el dolor del otro, se arrepienten de corazón y deciden por convicción nunca más faltar a la confianza. No porque se sientan reestringidos o limitados, sino porque algo dentro de ellos/ellas cambió.

El virus del machismo

Sobretodo en nuestros países latinoamericanos, existe el virus del machismo.  Yo le llamo virus, porque es un conjunto de creencias contagiadas a la fuerza de generación en generación, que se mantienen todavía. Nadie pidió ser machista, pero a todos nos influencia la cultura y la sociedad.

Una persona que “sufre” de machismo no es distinta a los millones de mujeres y hombres que creían en la esclavitud o que rechazaban a las personas afrodescendientes.  El punto clave de estos virus es la falta de consciencia. No se daban cuenta que los esclavos eran personas iguales que sufrían y tenían derechos, al igual que los afrodescendientes.

Hoy en día casi nadie tiene esclavos y seguimos en la lucha por la igualdad e inclusión de razas.

El discurso machista

El machismo nos tiene que ver con colocar a la mujer en una posición inferior en términos derechos, rigidez en los roles que desempeña, trabajos que puede realizar y a la noción general que la mujer se ha de someterse a las decisiones impuestas de los hombres.

En un hogar machista, la mujer es encasillada al rol de mamá cuidadora (no mujer), sin derecho a trabajar fuera, mientras que los hombres han de ser los proveedores del hogar. También el machismo nos dice que los hombres pueden tener aventuras extra matrimoniales siempre y cuando sus parejas no se enteren.

En el machismo existe un auto permiso para ser infiel, que incluso entre amigos y colegas se alientan. El gran temor machista es ser visto como “homosexuales” si no aceptan el ofrecimiento de otras mujeres.

Por supuesto que la gran mayoría de hombres ya no son machistas en la actualidad, y los que son en algunos aspectos, tal vez no lo sean en la fidelidad. Sin embargo, muchos hombres han sido infieles en parte por la corriente machista, que los ha alentado a “ser hombres” y a seguir “seduciendo a mujeres” sin darse de cuenta del daño que podían causarse a sí mismos y su familia.

Adiós al machismo

Los hombres que han sido infieles, movidos en parte por el machismo, dejan de serlo cuando experimentan el sufrimiento que causan. Es como si dejaran de ser ciegos en ese aspecto. Muchos regresan al trabajo observando las mismas conductas de sus compañeros que alientan las aventuras o irrespetan a sus parejas y se preguntan cómo alguna vez pudieron ser parte de lo mismo.

Yo he visto ese cambio también en mi consultorio.

Por supuesto que tanto hombres como mujeres hemos de trabajar en contra del machismo. Las mujeres y hombres hemos de educar a nuestros hijos en la igualdad y respeto, ademas de respetar los matrimonios por igual.

Ser monógamo es una decisión

Hay personas que afirman que los humanos no estamos hechos para estar sólo con una persona. En realidad, la ciencia no ha dicho de forma conclusa si los seres humanos somos monógamos como los pingünos y lobos grises

Hoy en día existe el término de monógamos en serie: en vez de “con uno/a para toda la vida”, “con uno a la vez”.

En realidad no importa si somos monógamos o no por naturaleza. Creo que lo importante es honrar la decisión que tomemos. Hay personas que deciden tener relaciones abiertas y está bien. Otras que deciden ser exclusivos y también es aceptado.

Lo principal es ser coherente con nuestras decisiones. Si ofrecemos exclusividad en nuestra relación, hagámoslo sinceramente. Si cometemos errores (y por supuesto, tanto mujeres como hombres lo hacemos) asumamos nuestra responsabilidad y trabajemos por recuperar la confianza.

Todos somos imperfectos, todos somos humanos y todos podemos cambiar y rectificar si así lo decidimos.

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