No necesito que lo resuelvas, sólo que me escuches…
Las relaciones no son transacciones o intercambios intelectuales, son conexiones emocionales y por lo tanto involucran emociones.
Esto parece tan obvio, sin embargo somos tantos los humanos, hombres y mujeres que intentamos vivir una relación casi sólo en el área intelectual, racional y de resolución de problemas.
Por ejemplo, la típica escena: Ana le cuenta los problemas en el trabajo a Carlos, éste se frustra porque no puede darle una solución y terminan discutiendo. ¡Es que sólo quiero que me escuches! Dice Ana… pero ¿de qué le va a servir que la escuche? piensa Carlos… ¿Acaso ayuda en algo? y en parte tiene razón. Solamente transmitir voces desde las cuerdas vocales a un oído no necesariamente sirve para algo.
Lo que sí sirve
No es tanto escuchar si no hacer sentir a la otra persona escuchada.
No es tanto entender si no hacer sentir a la otra persona entendida.
No es tanto ver si no hacer sentir a la otra persona vista.
Comida para nuestro cerebro
Cuando nosotros hacemos sentir a la otra persona vista, escuchada, entendida, entonces estamos generando una conexión emocional.
Lo que decimos sin palabras: me importas, me conmueves, me interesas, me acercas.
Y esta conexión emocional se experimenta como amor.
Neurológicamente hablando
Es una habilidad innata Y también se puede practicar
La mayoría de personas sabemos cómo conectarnos con otro ser humano de forma instintiva: lo hacemos con los bebés, perros y gatos o (inserta a tu mamífero favorito) Piénsalo tú ¿Cómo te comportas cuando estás compartiendo con un recién nacido o mascota?
Esto es lo que normalmente hacemos:
- Los vemos a los ojos.
- Sonreímos.
- Ponemos atención a sus movimientos.
- Reflejamos sus acciones, por ejemplo si el bebe nos sonríe, sonreímos de regreso. Si el bebé aplaude, aplaudimos de regreso. Si el bebé se acerca, nos acercamos de regreso.
- Comentamos lo que están haciendo: “¿tienes hambre verdad?”, “¿te encantó el juguete no?” “¿Estas cansado verdad?”
- Expresamos afecto de forma espontánea.
- No juzgamos sus acciones.
Cuando estamos conectados emocionalmente con nuestra pareja hacemos casi lo mismo:
- La/lo vemos a los ojos.
- Sonreímos.
- Estamos atentos a cómo está.
- Reflejamos sus palabras: “Wow veo que esto es difícil para ti”, “Entiendo que esto te está pasando” o “Me encanta escucharte tan emocionado/a”.
- Comentamos lo que están haciendo: “Veo que tienes una forma peculiar de doblar la ropa”, “Hoy te veo mas acelerado/a”, “¿Parece que estás triste?”, “Te escucho que tienes sueño ¿no?”
- Exploramos mas allá: “¿Dime por qué esto es tan importante para ti?”, “¿Y como te sentiste en ese momento?”, “Explícame un poco mas esto”.
- Validamos lo que estamos escuchando: “Tiene sentido lo que estás sintiendo”, “Entiendo completamente, sé de donde viene tu reacción”, “Por supuesto, esto es super importante para ti”.
- Ofrecemos consuelo o ayuda: “¿Te puedo ayudar en algo?”, “Dame un abrazo”, “Vení para acá”.
- Expresamos afecto de forma espontánea: “Me encantas”, “Te amo”, “Estoy pensando en ti”.
Por supuesto no estamos en modo “ON” todo el tiempo. A veces nos concentramos en las tareas de la casa, los hijos, el trabajo. O en nuestra rutina diaria. Pero lo natural es que periódicamente se den éstos momentos de conexión. A veces aparecen espontáneamente y a veces los iniciamos de forma intencional.
La seguridad de la conexión
¿Por qué podemos ser tan fríos con nuestra pareja y tan cariñosos con los bebés o mascotas?
Normalmente la respuesta está en la seguridad. Con los bebés y mascotas existe una seguridad total: ninguno va a rechazar, amenazar o criticarnos. Entonces podemos ser vulnerables y abiertos.
Sin embargo, las relaciones con adultos pueden ser mas amenazantes. Especialmente si han habido existen heridas o falta de confianza, ya que nos será difícil ser vulnerables y bajar la guardia.
PERO…
Todos sabemos instintivamente cómo conectarnos y eso es lo que se necesita para formar la mejor relación que podamos tener. Al final, todo se trata de emociones = conexión emocional.