Cómo lidiar con el rechazo
“No quiero nada en serio”… “No has pasado a segunda ronda”. Ese dolor de estómago, ese golpe fuerte, esa ola de vergüenza que nos da cuando escuchamos estas palabras, es el rechazo.
¿Porqué el rechazo duele tanto?
Normalmente nos duele tanto porque en nuestra esencia todos buscamos ser aceptados, amados y anhelamos pertenecer al grupo. Además, para nuestros antepasados, los cazadores-recolectores, el estar fuera del grupo significaba morir. Nadie podía sobrevivir sólo. En nuestro cerebro está guardado el que hemos de pertenecer, si no, nuestra vida corre peligro.
El dolor corporal y el dolor del rechazo
La neurociencia ha demostrado que el dolor del rechazo duele casi igual que un dolor físico. Cuando han investigado qué pasa dentro del cerebro en estos casos, se han dado cuenta que ante un golpe físico, el cerebro secreta un químico natural llamado opiode para mitigar el dolor y el mismo químico es liberado cuando experimentamos el mínimo de rechazo. Así que, para el cerebro, el dolor del rechazo y el de un golpe es práticamente igual.
Espero que esto nos ayude a ser más conscientes de rechazar a otros y también a tener más compasión con nosotros mismos cuando somos rechazados. ¡No es fácil y literalmente nos duele!
Lo que no nos ayuda
Cuestionar nuestro valor:
Aunque esto lo entendemos teóricamente, hemos de comprender emocionalmente que la aprobación y el interés de parte de los demás no definen nuestro valor. ¿Te ha pasado que aprecias mucho a alguien pero no quisieras ser su pareja porque no es tu tipo? este es un ejemplo de cómo tu interés romántico no define el valor de esta persona. Lo mismo se aplica a ti.
Aislarnos:
Cuando nos sentimos rechazados a veces tenemos la tendencia a callarnos y a escondernos. Lamentablemente con estos actos terminamos pensando que somos los únicos a los que les pasa esto. Los únicos rechazados. La buena noticia es que hoy estamos cambiando el significado del rechazo en la sociedad. En vez de fracaso lo vemos como gradas al éxito, coraje y valentía. ¿Has visto como muchas personas con carreras exitosas cuelgan en cuadros sus cartas de rechazo? Ya se está haciendo costumbre tener una colección de rechazos, para luego mostrarlos.
Decir “no me importa”:
Aunque no es útil ahogarnos en la vergüenza o la tristeza del rechazo, tampoco nos sirve aparentar que no nos importa cuando no es cierto. No tiene nada de malo que un rechazo nos duela, es lo natural. No eres débil por tener sentir.
Nunca reflexionar:
Después de repetidos rechazos, es importante reflexionar para ver si hay algo en lo que nosotros estamos contribuyendo para recibir ese “no”. Pero recuerda, una negativa no refleja tu valor como persona. Tal vez te das cuenta en el ámbito de relaciones, que aunque tu creías que estabas mostrando interés apasionado, lo que otros percibían era control o aunque tú creías que estabas mostrando era un comportamiento moderado y equilibrado se percibe como falta de compromiso. No está de más preguntar sobre la percepción que otros tienen de tu comportamiento, siempre tomándolo con un grano de sal.
Lo que sí ayuda:
Cambiar el foco:
En vez de centrarte en tu ser (lo poco que vales o en que no eres suficiente), cambia el foco a tu comportamiento. ¡Deja a tu ser, fuera de todo este problema! Si alguien te rechazó, piensa en si pudiste haber actuado de alguna manera que haya afectado. Si fue así, corrígelo de la mejor manera que puedas. Pero también recuerda que lo más probable es que tú comportamiento no haya tenido que ver. Tal vez a esta persona le recordabas a su ex, o no estaba listo para una relación (sí puede pasar) o simplemente no le atraías.
“Puedes ser el durazno más dulce del mundo, pero habrán personas a las que no le gustan los duraznos”.
Compasión y validación:
Cuando sientas esa ola de dolor de rechazo, respira profundo y date cuenta que estás sufriendo. Esto te va a ayudar. en vez de criticarte a ti mismo a tratarte con compasión y comprensión. Ponte una mano con cariño en el pecho la cara o el estómago (donde más sientas la sensación) y respira profundo. Trátate como alguien que acaba de recibir un golpe. Valida tus emociones: son perfectamente normales.
Mira hacia atrás:
Si te sentiste rechazado de cierta manera por alguno de tus padres, familiares o compañeros de trabajo, puede ser que hoy en día te duela más que te excluyan o te digan un “no”, especialmente en el área de relaciones. Probablemente necesitas trabajar para sanar heridas y darte cuenta emocionalmente que tú no eras el problema. Aunque esto lo sabes intelectualmente, tal vez tu niño interno sigue pensando que sí.
Ejercicio:
Recuerda la última vez que te sentiste rechazado de adulto. Ahora, cierra los ojos y ve hacia la primera imagen de ti siendo rechazado por alguien más, lo más pequeño que te recuerdes. ¿Se te viene alguna imagen? obsérvala. Ahora, abre los ojos y respira profundamente. Escribe de forma cronológica todo lo que recuerdas de ese momento, incluyendo detalles. ¿Quienes estaban involucrados? ¿Qué estabas haciendo tú? ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo te sentiste? Ahora, ponte una mano en el pecho, dirigida a ese niño interno y dile: ya vi lo que pasaste, aquí estoy contigo, no había nada malo con tú persona. (puedes hacer una variante de esta frase, la idea es que sea con compasión, validación y cariño)
El perfeccionismo
Si te duele mucho sentirte rechazado es posible que hayas desarrollado cierto perfeccionismo para intentar que nunca nadie te critique ni te haga de menos. Date cuenta por un lado cómo esta parte de ti perfeccionista ha querido protegerte para que no salgas herido. Por otro lado, tal vez ya no necesitas tanto el perfeccionismo cuando vayas aceptándote cada vez más.