De círculo vicioso a línea recta

En un post anterior, hablé sobre el “autosabotaje” esa forma de actuar en la que nos metemos la “zancadilla” propia, es decir, no nos dejamos avanzar.
Tendemos a meternos en un círculo vicioso en el que no nos gusta como somos, entonces no actuamos de la mejor manera, y nos gustamos menos, por lo tanto volvemos al círculo.
Ejemplos de círculos viciosos:
La psicóloga Susan Anderson lleva 30 años de investigación y trabajo clínico en el tema de auto-sabotaje y abandono, su libro más famoso es “Taming the Outer child” (Controlando al niño exterior). El trabajo de Susan ha hecho una gran diferencia en la vida de muchas personas, incluyendo la mía es por esto que deseo compartir algunos de los puntos claves.
Para conocernos mejor, primero utilicemos la teoría desarrollada por Susan para entender que esta pasando.
Todos tenemos un “niño interior”, un “niño exterior” y un “adulto”.
El “Niño interior” tiene que ver con tus emociones. Es tu presencia emocional. Es la parte inocente, vulnerable y sensitiva. Tiene guardadas las experiencias de tu niñez, tanto las positivas como las negativas. Tiene presente las heridas y forma una serie de creencias acerca de cómo es el mundo.
El “Niño exterior”, es la parte de la personalidad que actúa los sentimientos del niño interior, en muchas ocasiones, de forma des-adaptativa, que te perjudica. El niño exterior es el responsable de tu “mal comportamiento”. Suele actuar en contra de lo que dice tu sabiduría. Suele ser impulsivo, le cuesta controlarse y no siempre actúa a tu beneficio.
Por ejemplo:
- Puede manifestarse al comenzar una nueva relación y sabotearla actuando todas tus inseguridades.
- Puede manifestarse saboteando tu nueva dieta, comprando aquellas galletas de chocolate.
El niño exterior tiene buenas intenciones, sin embargo su forma de actuar es primitiva. Se desarrolló cuando tenías entre 7 a 10 años, mientras no había una presencia de “adulto” en ti. Es la parte que dice: “tengo hambre, voy a comer”, o “estoy incómodo, tomaré una siesta”, “no quiero hacerlo, así que lo evitaré”. Si tu niño interior se siente solo, triste, abandonado, tu niño exterior tratará de defenderte de esas emociones. Sin embargo, esos mecanismos de defensa, cuando somos adultos, se vuelven des-adaptativos y necesitamos deshacernos de esos patrones.
El lema del niño exterior sería: “Primero actúa, luego piensa” (no es un sabio filósofo)
El “Adulto” es aquella parte de nuestra personalidad que une la razón con la emoción. Busca nuestro beneficio a largo plazo. Reflexiona antes de actuar. Sabe qué es lo mejor para nosotros y busca el equilibrio. Piensa de forma realista. Sabe resolver los problemas de forma productiva.
Si durante mucho tiempo has permitido que tu niño exterior domine ciertas áreas de tu vida, no te será demasiado fácil comenzar a poner un poco de control, ya que el niño ha impuesto su forma de hacer las cosas.
¡No le hagas caso! Si se puede, así como una terapia física para restablecer la movilidad de tus articulaciones requiere tiempo y esfuerzo, así una terapia psicológica requiere tiempo y esfuerzo, pero sí es posible.
¿Entonces, qué hacemos?
1. Aceptemos que nuestro niño interior tiene algunas emociones que nos incomodan.
Según Susan Anderson, la herida primordial u “original” del ser humano es el abandono. No necesitamos tener una historia traumática para tenerlo. Si somos humanos, tenemos miedo al abandono, incluso otros mamíferos lo tienen. El niño exterior nació para defendernos ante ese miedo. Así que cuando fuimos por primera vez al colegio, temíamos que nuestra mama no nos recogiera o nos sentíamos incómodos de estar separados y es el niño exterior que desarrolla una actitud de “no me importa” o se pone a llorar para obtener atención y manipular para hacer que la mami regrese, o se pelea con otros estudiantes, etc. Nuestro niño exterior nace con la intención de calmarnos y tranquilizarnos contra nuestro miedo al abandono.
El miedo al abandono quiere decir también miedo a la crítica, al rechazo, exclusión, soledad, imperfección, fracaso (significa que no soy querido) y mucho más.
Hemos tenido que construir defensas como pudimos. Evitamos y adormecemos las emociones, nos auto-castigamos, peleamos y nos imponemos. Todas estas son defensas que entorpecen nuestro contacto con nuestro niño interior.
Entonces, adoptemos a ese niño interior que mantenemos al margen. Ya no hace falta que lo hagamos a un lado.
2. Separemos el niño exterior, del niño interior.
El niño interior es el que está buscando nuestro amor, nuestra atención. Es el niño exterior que hace todas las travesuras. A él lo tenemos que educar.
¡Somos libres para amar incondicionalmente a nuestro yo vulnerable!
3. Comencemos a educar a nuestro niño exterior con la ayuda de nuestro adulto.
Ahora, nuestra parte adulta puede encargarse de nuestras necesidades y no dejar esa parte a nuestro “niño exterior de 10 años”.
Por ejemplo, podemos decir: “Gracias niño exterior, sé que mi niño interior se sentía inseguro, no ha sido buena idea gritarle a tu novio/a, ahora yo voy a manejar el asunto”.
El adulto debe hacerse más fuerte para poder manejar los problemas.
Formas en las que volvemos el adulto más fuerte:
A. Darnos cuenta de cuáles son nuestros patrones de niño exterior.
Estos son algunos de los patrones más usados.
- La procastinación, es decir el evitar tomar acción, dejar las cosas para después. Tengamos en cuenta que nuestro niño exterior tiene la “mente” de 7 a 10 años, así que busca la gratificación inmediata y para evitar trabajar con los conflictos, prefiere evitarlos para calmarse.
- Búsqueda de placeres y distracciones para evitar tomar decisiones importantes. Por eso tomamos, comemos, dormirmos, jugamos videojuegos, navegamos por el internet mientras sabemos que deberíamos estar haciendo algún plan importante o una acción necesaria.
- Reacciones exageradas de celos e inseguridad. Si percibimos que nuestra pareja no está disponible para nosotros o nos hace a un lado, nuestro niño exterior puede tratar de protegernos demostrando celos, inseguridad y manipulando a nuestro ser querido para obtener su atención.
- Evitar la intimidad y alejarse de las personas para no exponerse ante un fracaso amoroso, nuestro niño interior se puede sentir ansioso con el compromiso y con los diálogos sobre emociones.
B. Hacer ejercicios constántemente en el que escogemos la opción de nuestro adulto en vez de la de nuestro niño externo. Después de leer este post, necesitas actuar. Es imposible salir de los círculos viciosos pensando. Necesitas acción. Si logras hacer aunque sea una pequeño acercamiento de adulto, eso te dará energía y motivación para hacer el siguiente.
Ahora, te recomiendo que respondas por escrito:
¿Cuál es mi círculo vicioso?
Primero algo me molesta o me hace sufrir: _______________________
Segundo, tomo una acción inútil como ________________ o evado de la siguiente manera_________________.
La consecuencia es ___________________________________.
¿Que dice mi adulto que debería de hacer?
La solución de mi adulto es_____________________________.
Comenta tus respuestas aquí en el post o en las redes sociales, todos nos podemos beneficiar de tus apuntes.
Lo más importante es que tomes acción. Si tienes alguna duda, escríbeme a info@nataliagurdian.com o escríbeme aquí.