¿Cómo perdonar? -Cuando no se han ganado mi perdón-
La Dra Janis Abrahms y Michael Spring escriben en su libro “How can I forgive you” <¿Cómo te puedo perdonar?> acerca de cuatro tipos de perdón que uno puede tener ante una ofensa: “Perdón barato”, “No perdón”, “Aceptación” y “Perdón genuino”. Los primeros dos no son sanos, mientras que los últimos dos sí son sanos.
En este post describo el camino de la aceptación: cómo sanar y estar en paz con alguien que no puede o no quiere disculparse.
Esto sirve para cualquier tipo de ofensa: infidelidad, traición, engaño, daño intencional. Ya sea de nuestra pareja, ex pareja, familia o amigo.
Traduzco y resumo los pasos de estos doctores y agrego algunas partes que me parecen útiles.
¡Espero que encuentres la paz!
La aceptación
La aceptación es una respuesta responsable y auténtica a un daño cuando el que ofendió no puede o no quiere involucrarse en el proceso de sanación. Es un programa para el auto-cuidado, es un regalo para ti mismo, logrado por ti y para ti. No le pide nada al ofensor.
La aceptación te ayuda a:
- Poner de prioridad a tu salud y despejar tu mente de veneno emocional.
- Ser fiel a ti mismo y honrar toda la magnitud de la violación.
- Superar fantasías de venganza mientras que buscas una justa resolución.
- Asegurarte de tu seguridad emocional y física.
- Restaurar tu integridad y tu valor.
- Formar una relación con el ofensor que satisfaga tus objetivos personales.
- Perdonarte a ti mismo por tus propios fallos.
Pasos
Paso 1: Honras la profundidad de tus emociones.
En este primer paso, aceptas lo que pasó y cómo te hizo sentir, eso quiere decir no reprimir tus emociones ni minimizarlas. A veces simplemente tienes que sentirlas completamente. Si sientes que te abrumas, respira hondo y no trates de controlarlas. Siente que las emociones pasan como una ola: van subiendo, llegan a la cresta y luego bajan naturalmente.
Paso 2: Dejas ir la necesidad de venganza pero continuas buscando una justa resolución.
Aunque es humano querer infringir el mismo daño que te infringieron, lo que realmente da satisfacción duradera es sentirte validado y entendido en tu sufrimiento. Es muy poco probable que tu ofensor te valide y te entienda por más que lo/a castigues.
La venganza puede ayudar a darle voz a tu dolor, pero no va a restituir tu lugar en el mundo ni tampoco te va a dar la paz que necesitas.
Pregúntate: ¿al final importa lo que le pase a esta persona, si yo logro restaurar mi autoestima y mi capacidad para vivir una buena vida?
Paso 3: Dejas de obsesionarte con la herida y te reinvolucras con tu vida.
Con la aceptación te das cuenta que obsesionarte con la historia una y otra vez te estresa, limita, agota y te hace vulnerable a estrés o depresión. Tu cuerpo también sufre.
Tú puedes hacer una decisión consciente de dejar de darle energía a la herida y usar esa energía para vivir tu vida.
¿Qué hacer con esos pensamientos obsesivos?
- Te distraes sanamente con: ejercicios, rompecabezas, películas cómicas, proyectos personales…
- Te dices “¡stop!” cada vez que tienes estos pensamientos y te preguntas: ¿me estoy dando cuenta de algo nuevo?, ¿estoy resolviendo un problema? o ¿estoy reviviendo viejas heridas? si te das cuenta que sólo estas reciclando lo mismo, te sacas de ahí (sin crítica) y te distraes o buscas otro pensamiento que te ayude a relajarte.
- Te cuidas a ti mismo y te recuerdas: “la mejor <venganza> es vivir bien” y buscas algo que te beneficie: puede ser ir a terapia, buscar soporte social, practicar tu espiritualidad, hacer ejercicio, etc.
Paso 4: Te proteges de futuros abusos
El aceptar la situación no te hace ser sumiso. Has de protegerte de futuros abusos, eso quiere decir terminar una relación, poner un límite, buscar apoyo legal si se necesita, etc.
Paso 5: Enmarcas el comportamiento del otro en término de sus propias batallas internas.
Es importante entender que lo que la otra persona te hizo, habla más de él/ella que de ti.
Tratar de entender el porqué lo hizo no lo excusa de su comportamiento, pero te ayuda a liberarte de pensar que tú lo causaste directamente o que te lo merecías.
Muchas personas sienten vergüenza de haber sido mal-tratadas, abusadas, engañadas. Esto es porque lo hacen acerca de ellas – y creen casi inconscientemente “esto que pasó tiene algo que ver con mi ser defectuoso, poco valor o poco merecimiento” -.
La vergüenza se evapora cuando te das cuenta que lo que pasó tiene que ver con él o ella: sus experiencias traumáticas, sus respuestas al estrés de la vida, sus predisposiciones.
Darle un sentido no quiere decir quitarle responsabilidad al ofensor, pero sí puede ayudar a verlo con perspectiva, a tener menos pensamientos obsesivos, a sentir menos devastación y por supuesto a eliminar la vergüenza.
Paso 6: Reflexionas honestamente a tu parte de contribución en la herida.
Muchas veces contribuimos a las heridas que recibimos aunque no nos demos cuenta. Contribuir no quiere decir que tengamos la culpa, pero sí que fuimos parte de la ecuación.
Reflexionar sobre tu contribución te hará ver que no todo es “blanco o negro” y te dará responsabilidad. La responsabilidad a su vez te da poder y te imposibilita verte como una víctima.
En una relación casi siempre contribuimos con nuestras acciones u omisiones, con nuestras creencias y actitudes. Por ejemplo, si tú crees en el fondo de tu corazón que las demás personas te van a abandonar y buscas “confirmarlo” inconscientemente desde tus elecciones de pareja, esa es tu contribución.
Puedes enmarcar el comportamiento del otro en términos de sus batallas internas Y al mismo tiempo observar tú contribución. Ambas perspectivas se incluyen, no se contradicen.
Paso 7: Retas tus suposiciones acerca de lo que pasó.
Todos los seres humanos somos susceptibles a errores de juicio y de pensamiento, pero al ser consciente de esto podemos estar mas atentos para analizar si nuestras suposiciones son ciertas.
Por ejemplo, los psicólogos han encontrado diferentes errores de pensamiento, estos son los mas comunes:
- Pensar en términos de “blanco” o “negro”: por ejemplo él es malo y yo soy buena. Ella es perfecta y yo soy un desastre. Normalmente estos tipos de pensamientos suelen tener fallas. Cuando ves el mundo a través de estos lentes, te es mucho más difícil perdonar o al revés, perdonas muy fácil al idealizar al otro.
- Leer la mente: a veces es tentador imaginar qué es lo que la otra persona está pensando, el problema es cuando lo creemos totalmente. Por ejemplo, podemos un interpretar un silencio como un enojo o un alejamiento como un rechazo, cuando no necesariamente es así.
- Generalizar: desde este lente, estamos utilizando un dato de información para generalizar el resto del panorama. Por ejemplo, que mi pareja no puede hacerme ese favor, no quiere decir que él “nunca me hizo ningún favor”. En vez de generalizar, podríamos preguntarnos: ¿estoy viendo todos los datos o sólo los que prueban mi punto? ¿estoy viendo tambien los que lo contradicen?
Los “debería” y los “tendría que”
Muchas veces tenemos una visión del mundo limitada por nuestras reglas internas. Reglas que tal vez nacieron por algún motivo válido pero que pueden estar des-actualizadas. Por ejemplo: “Mi hijo debería de presentarme a todos sus amigos”, “Yo debería de ganar todos los exámenes”, “Mi pareja debería de invitarme a las reuniones con sus amigos”.
Recuerda que estas reglas son tus reglas, que tienen que ver con tus valores, tu forma de ver la vida, tus prioridades. Las otras personas no necesariamente van a verlas de la misma manera. Eso no quiere decir que no puedas expresarlas o hacer acuerdos, pero sí has de ver que todos tenemos reglas internas distintas que no pueden imponerse.
Así que, cualquier persona que te haya causado una ofensa puede re-evaluarse en términos de tus suposiciones. Por supuesto, hay situaciones donde las agresiones son muy claras, sin embargo siempre vale la pena hacer el ejercicio mental. Seremos mucho mas sabios y nos libraremos de muchos malos entendidos si no tomamos como ley lo que percibimos.
Paso 8: Miras a la persona que te ofendió y la separas de la ofenda, pesando lo bueno contra lo malo.
Cuando alguien te hace daño, es muy fácil etiquetarle como “malo/a”, “desconsiderado/a”, “egoísta”, “indiferente” etc. Es muy humano sentirte mal y eso es válido, pero ayuda separar la ofensa del ofensor en el contexto de la relación.
Por ejemplo, tal vez tu mamá no te pudo dar abrazos y besos durante tu niñez pero al observar todo el panorama, te das cuenta que hizo muchas cosas para demostrarte su afecto de otra manera. O quizás tu pareja no te apoyó la última vez que estuviste enfermo, pero sí te estuvo contigo mientras buscabas un nuevo trabajo.
Es importante poder ver ambos lados porque las personas son complejas y multidimensionales, no son etiquetas.
Por supuesto, si una ofensa viene de un extraño, no podrás hacer este ejercicio, pero en el caso que el daño venga de un ser querido, esto te ayudará. Eso no quiere decir que estas forzado a perdonar, pero puedes aceptar mejor la situación viendo todo el panorama.
Paso 9: Decides cuidadosamente qué tipo de relación vas a tener con la persona que te ofendió.
Cuando la persona que te ofendió no quiere o no puede disculparse, tienes varias opciones:
a) Aceptación sin reconciliación cuando el que ofendió es inaccesible:
En este caso estamos hablando de alguien que ya ha fallecido y por lo tanto está totalmente inaccesible.
¿Qué hacer?
- Intenta ver lo que pasó lo mas claramente posible, sin puntos ciegos.
- Reconoce tu contribución a la herida (si la hay).
- Entiende sus intenciones, a la capacidad que te sea posible.
- Reconoce lo bueno y lo malo que ha traído a tu vida.
- Perdónate a ti mismo por permitir que te haya hecho daño, trátate con compasión.
- Trabaja en recordarle sin odiarlo o sentirte tan herida que te hundas en dolor.
A veces ayuda escribirle una carta o imaginar su respuesta.
b) Aceptación sin reconciliación cuando el que ofendió no se va a disculpar:
Tal vez el ofensor quiere continuar la relación contigo pero no quiere ganarse tu perdón. En este caso puedes elegir aceptar lo que pasó y cortar todo contacto, al menos hasta que compense el daño. Esta es una mejor opción que el rehusarte a reconciliarte o aceptarlo, ya que cuando te rehusas a cualquier opción, te envenenas de odio y terminas teniendo más relación con él o ella de lo que te gustaría, aunque no lo vuelvas a ver.
La aceptación te ayuda a restaurar y mantener tu integridad. Te ayuda a sanar.
Cuando buscamos venganza estamos entrando a una guerra sin fin, lo que realmente necesitamos es que la persona entienda y valide nuestro dolor pero si no lo hace, puedes decidir comprenderte y validarte a ti mismo. Por ejemplo puedes decirle en tu mente: “Lo que tú hiciste está mal. Mis emociones importan. Ya sea que lo reconozcas o no, no merecía ser tratado/a así”.
Un poco más sobre la venganza:
Normalmente no nos sirve hacer algo impulsivo. Si estas considerando la venganza piensa: ¿cómo me voy a sentir después de ello? ¿estoy dispuesto a las consecuencias? ¿sé que quiero decir o qué mensaje quiero dar? ¿voy a irme de ahí con respeto a mi mismo?
Nota: Lee la carta de una paciente a sus padres que nunca reconocieron una violación, al final del artículo.
c) Aceptación con reconciliación cuando el que ofendió no se va a disculpar:
Hay cuatro razones por las que tal vez tú decidas reconciliarte aunque él o ella se rehuse a disculparse:
- Tienes que interactuar regularmente con él y te das cuenta que te drena de energía el mantenerte alejado y distante.
- Cuando actúas frío hacia él, te sientes fría, te hace alejarte de ti misma. La ruptura compromete la calidad de tu vida. No tener ninguna relación con él se siente peor que tener alguna relación, aunque sea superficial.
- Te beneficias de la relación. Por ejemplo, decides relacionarte con tu jefe para proteger tu trabajo o prefieres llevar la fiesta en paz con tu ex por el bienestar de tus hijos.
- Esperas tener experiencias diferentes que puedan reparar la relación.
El escoger reconciliarte <cuando la persona no se disculpa> ha de servirte a ti mismo. Puedes encontrar la paz en ese estado.
La aceptación te hace mantenerte en la relación sin sentirte controlado, inauténtico o invalidado. Es la habilidad de ser tu mismo en la presencia del que te ofendió. Esto te ayuda a tener libertad y permanecer física y emocionalmente conectado porque ya no te defines por su maltrato. Tu poder viene menos del alejamiento y más de tu independencia y poderosa sensación de quién eres tú.
Paso 10: Te perdonas a ti mismo por tus propios fallos.
Tal vez te preguntarás “¿Por qué me he de perdonar a mi mismo? si no hice nada malo. Es el ofensor que me mal-trató.” Pero el asunto no es quien te ofendió. Es como tú pudiste habérselo permitido.
¿Por qué cosas he de perdonarme? tal vez por:
- Por haber confiado ciegamente, ignorando mis sospechas.
- Por tener una visión de mi mismo errónea, en donde no me sentía merecedor de amor o lealtad.
- Por hacer comparaciones injustas al idealizar a mi pareja y degradándome a mi mismo.
O tal vez:
- Por haber hecho de menos mi sufrimiento y no apreciar lo profundo de mi herida.
- Creer que merecía lo que me hicieron.
- Permitir que me hayan ofendido, avergonzado o denigrado.
- Tolerar un comportamiento abusivo.
- Perder tiempo y energía imaginando escenarios de venganza o desquite.
Si no te perdonas a ti mismo, es difícil aceptar lo que pasó, porque si te juzgas y te tratas de forma crítica no te quedará mas energía para verlo a él/ella con claridad.
A veces no perdonarte a ti mismo te hace sentir mas control y te libera del papel de víctima. Sin embargo puedes perdonarte y al mismo tiempo tener control sobre tu vida.
Sirve repetirte: “Hice lo mejor que pude con las circunstancias, madurez e información que tenía.”
Trabaja en la compasión hacia ti mismo.
Un poco más sobre la aceptación
La aceptación no significa el fracaso a perdonar, si no una forma igualmente poderosa de sanar cuando la persona que te hirió no quiere o puede participar en el proceso. La aceptación no es una reacción inferior, inmadura o sumisa. Es una alternativa sabia y pro-activa.
Tu meta no es necesariamente el perdón, tu meta es la resolución emocional, la restauración de tu ser, el reavivar el significado y el valor de tu vida.
Nota: Copio la carta del paciente del autor.
Para Gloria y Greg – se rehusaba a llamarles mamá y papá
“He estado en terapia por dos años tratando de entender lo que me pasó de niña. Ustedes me dicen que no se pueden disculpar por lo que pasó. Pero para mi, que no acepten mi verdad me hace lanzarme en un estado de confusión y me hace cuestionar mi sanidad e incluso me siento mas detestable al sentir que me violaron y se rehusaron a amarme y protegerme.
No puedo tener una relación con ninguno de ustedes bajo estas condiciones. No hay ninguna relación bajo estas condiciones. No me sirve verlos y tratar de pasar un buen momento. Así que agradecería que respeten mi necesidad de sellarme ante ustedes hasta que llegue el momento que estén listos para admitir y corregir el daño que hicieron. Todo esto es muy triste.
Esperaba que al cortarlos de mi vida, podría cortar sus memorias. Sé que esto no es posible. Viven dentro de mi.
Pero lo que puedo hacer es proclamar mi verdad, respetarla, trazar una línea y cuidarme a mi misma al tener contacto sólo con las personas que confío en mi vida.
Adiós.”